Es para disfrutar, para vivir, para aprender y
cambiar.
Es el puerto seguro de cada ser humano.
Pero no es el grupo que a
veces se vuelve rígido o
intolerante con los que son diferentes.
La familia - ya sea de sangre o adoptiva -
es el sentimiento que nos une y nos recuerda,
especialmente en una época como
esta,
que vale la pena vivir la vida y que siempre que el barco esté con
problemas,
podemos ir allí y encontraremos una puerta
abierta,
una chimenea prendida, un buen plato de sopa
y el cariño de una
sonrisa que nada nos pide, sólo nos da.
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