Esta es la verdadera dicha de la vida: ser
utilizado para un proposito,
que para tio es sublime. Ser una fuerza de la
naturaleza, en lugar de
un febril, egoísta e insignificante manojo de
enermedades y sufrimientos
que se queja de que el mundo no se preocupa
por hacerle feliz.
Yo opino que mi vida pertenece a la comunidad
y que, mientras viva,
tengo el privilegio de hacer por ella todo lo
que pueda.
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