Hubo un tiempo en el que todos los gay o bien eran unos pervertidos sexuales o bien unos mariquitas amanerados. Y punto. Esa era la única imagen que, hasta hace muy poco, transmitían los medios de comunicación sobre la homosexualidad. La masculina, se entiende. Las lesbianas, directamente, no existían.
Las cosas han cambiado... en parte. En la prensa, en la televisión, en el cine, el teatro y la publicidad se ven hoy más gay y lesbianas que nunca. En los últimos años, los homosexuales se han hecho visibles en la sociedad, han “salido del armario”. Y, como consecuencia, un nuevo gay y una nueva lesbiana, con imágenes normalizadoras, han saltado también a los medios de comunicación.
Dicho de otro modo: gay y lesbianas conquistaron primero el espacio de lo público. Y, después, periódicos, radios y televisiones se hicieron eco después de ese nuevo (por desconocido) modelo de homosexual.
Nada habría ocurrido, todo seguiría igual, si los homosexuales se hubieran quedado en casa y no se hubieran movilizado exigiendo una ley de parejas de hecho. De poco tendrían que informar los periódicos e informativos si los colectivos de gay y lesbianas no hubieran obligado a la sociedad a plantearse la discriminación de la que son objeto. Muchas líneas habrían dejado de escribirse si los homosexuales no hubieran dado batalla en los tribunales en defensa de sus derechos.
Y así, surge una nueva imagen de la homosexualidad. Los gay ya no son unas locas frívolas, sino hombres que denuncian la desigualdad con la que la ley los trata y que luchan por conseguir la plena equiparación social. Y las lesbianas ya no responden al estereotipo de camionera. Son mujeres decididas a dar la cara para luchar contra la discriminación de la que son objeto. Comienza así a aparecer en los medios de comunicación una nueva imagen de la homosexualidad. Pero los viejos modelos de representación siguen todavía vigentes. Y muchos estereotipos se mantienen.
La televisión basura sigue transmitiendo la imagen del mariquita grotesco, gracioso, con cierto ingenio y mala uva, pero débil y patético. Sus máximos exponentes: Pepelu o Lucas Grijander. Y, por otra parte, también continúa vivo el estereotipo de homosexual como amenaza pública, como peligros social: un monstruo que se ceba con los niños. ¿Un ejemplo? El caso Arny, que ha desatado una auténtica caza de brujas contra todo el colectivo gay.
Y las lesbianas. El lesbianismo sigue enmarcado entre el falso modelo de la pornografía para consumo de hombres heterosexuales y la imagen de la lesbiana Mari-macho.
En resumen: para los medio de comunicación ha nacido un nuevo gay y una nueva lesbiana, hijo/a de la visibilidad social. Pero todavía se mantienen las imágenes hostiles de siempre contra los homosexuales. Con el peligro de que esas imágenes, en ocasiones son más violentas que antaño.
Muchas veces ambos modelos, el positivo y el negativo, conviven. No es raro que una información televisada o escrita (y perfectamente rigurosa) de una protesta de gay y lesbianas vaya ilustrada con imágenes absolutamente estereotipadas de homosexuales, como si el cámara o el reportero gráfico se hubieran esforzado por encontrar entre los manifestantes a los más pintorescos y, por ende, a los que más se ajustan a su idea preconcebida de gay o lesbiana.
Todavía queda mucho por hacer. El Diccionario de la Real Academia y muchos de los libros de estilo que utilizan en las redacciones siguen negando a día de hoy la existencia a la palabra "homofonía". Y, al no permitirse la utilización de esa palabra, se está negando también la posibilidad de razonar sobre esta forma precisa de discriminación.
La propia palabra "gay" importada de la cultura anglosajona es muchas veces dejada de lado en favor de homosexual, un término puramente médico cargado de connotaciones negativas.
LA BATALLA HA EMPEZADO
Uno de los efectos más espectaculares de la liberación sexual de las últimas tres décadas es que la homosexualidad dejó el dominio de la marginación. Especialmente en los últimos quince años, hemos asistido a una explosión discursiva en el asunto y a una reformulación completa de la imagen del homosexual. De ese modo, el tema de la homosexualidad ha adquirido un "valor/noticia" que ocupa un lugar en la agenda de los medios y, por consiguiente, en la política
Esa visibilidad alcanzada en los medios debe enfocarse bajo dos aspectos: a) la imagen que los medios de comunicación transmiten de la homosexualidad, es decir, la visibilidad en los medios
A lo largo de la pasada década se produjo la consolidación de lo que se ha dado en llamar "cultura gay" en los medios masivos. Las películas, los culebrones y la televisión empezaron a usar los caracteres homosexuales de forma positiva, buscando huir de los estereotipos que se alían con la perversión, el hampa o el universo femenino, en el caso de los homosexuales masculinos. Los periódicos empezaron a cubrir eventos y manifestaciones por los derechos de los ciudadanos homosexuales (como la unión civil entre personas del mismo sexo, el desfile del orgullo y presentaciones de películas homosexuales, principalmente) y es habitual encontrar en ellos informaciones exentas de prejuicios sobre temas que interesan a la cultura gay directamente. Sin embargo, debe señalarse que la inclusión de la homosexualidad en la agenda de los medios busca, sobre todo, al público heterosexual, porque las informaciones son producidas para explicar e interpretar las acciones, conductas y hábitos de la cultura gay.
En lo referente a la propia comunidad, el progreso más grande está en el uso de lo que John Downing considera como "medios radicales". Es decir, el desfile del orgullo homosexual, las fiestas del cine y las manifestaciones en el espacio público parecen provocar un mayor impacto social que las publicaciones en el seno de la comunidad. La comunidad homosexual necesita, sin embargo, empezar a usar los medios con un propósito educativo, tanto en lo que afecta a la participación de la comunidad en las acciones políticas en la lucha por los derechos de los homosexuales como en la exigencia de formatos y contenidos que no sean prejuiciosos.
Según estudios, la juventud de hoy acepta cada vez más el estilo de vida homosexual. Durante la década del noventa, la proporción de jóvenes de 13 a 19 años que "no tienen ningún problema" con la homosexualidad se triplicó, hasta un 54%, según un estudio hecho en 1999 por la revista Seventeen y la Kaiser Family Foundation. Un sondeo nacional realizado en 2001 entre estudiantes de último año de bachillerato, descubrió que un 61% no estaba de acuerdo con la frase: "Los estilos de vida gay son moralmente incorrectos".
El mismo sondeo descubrió que el 66% de los estudiantes de último año de bachillerato respaldan la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo, comparado con cerca de un 33% de adultos. Sin duda, parte de la razón de esos cambios de cifras es que los medios de comunicación y las escuelas les han presentado a los jóvenes estadounidenses las relaciones homosexuales como unas sanas, duraderas y satisfactorias. En muchos casos, los medios de comunicación presentan las relaciones homosexuales con un reflejo mucho mejor que las relaciones matrimoniales heterosexuales. Cualquier oposición a la conducta homosexual, normalmente, se muestra en la pantalla proveniente de cristianos intolerantes, cerrados de mente, farisaicos e ignorantes. Por tanto, basándose en lo que están oyendo, ¡no es extraño que tantos jóvenes aprueben la homosexualidad!
El esfuerzo de veinte años por cambiar las actitudes de los jóvenes hacia la homosexualidad ha sido organizado, constante, firme y muy eficaz. En ese marco de tiempo, el movimiento ha ido más allá de buscar la tolerancia (la igualdad de derechos, el llevarse bien) y la aceptación (el vivir como uno quiera vivir) para pasar a promover la aprobación activa y hasta una celebración de la homosexualidad.
No es sorprendente que la incidencia de experimentación sexual con personas del mismo sexo esté aumentando con rapidez. Los muchachos, normalmente, ahora tienen su primera experiencia sexual con personas de su mismo sexo a los 13 años de edad, y las muchachas a los 15. Los jóvenes se catalogan a sí mismos sexualmente como gay, lesbiana, bisexual u otra clasificación a los 16 años, lo que representa una baja, ya que hasta hace poco era a los 21.
¿Y la juventud cristiana, no aprueba la homosexualidad? Cuando los líderes de Exodus Internacional se ponen en contacto con iglesias para ayudar a educar a la juventud, muchos pastores dicen: "Nosotros no tenemos ese problema aquí”. Lamentablemente, esa respuesta es ingenua y casi siempre errónea. Desde ciudades pequeñas hasta grandes áreas metropolitanas, existe una afluencia masiva de jóvenes y padres que buscan ayuda a la hora de tratar con la atracción hacia personas de su mismo sexo. Esos jóvenes son principalmente cristianos, educados en la iglesia, activos en sus grupos de jóvenes, y profundamente temerosos de destapar su lucha ante alguien en la iglesia.
NO MAS SILENCIO
Los padres y los líderes de iglesias ya no pueden permitirse permanecer en silencio sobre este asunto. Los jóvenes cristianos están atrapados en medio de un difícil dilema. Por una parte, son fuertemente influenciados por el continuo desfile de representaciones positivas de la homosexualidad por parte de los medios de comunicación. Por otra parte, la mayoría de padres e iglesias permanecen en silencio mientras sus hijos son asediados. Y así, en ausencia de dirección creíble por parte de autoridades morales positivas en su vida, los alumnos simplemente aceptan lo que la cultura les está enseñando.
Muchas iglesias que no se quedan en silencio sobre la homosexualidad, envían el mensaje incorrecto. Los gay y las lesbianas son denunciados desde el púlpito. Los padres dejan claro que la homosexualidad no es una elección válida para sus hijos. Pero la mera denuncia tiene poco poder contra los cuidadosos argumentos y vivas imágenes que se utilizan para fomentar el estilo de vida gay. Los estudiantes necesitan desesperadamente saber por qué está mal y qué opciones hay para quienes tienen inclinaciones homosexuales. Necesitan oír un mensaje acerca de la homosexualidad que equilibre gracia y verdad, que lleve el evangelio completo.
Los jóvenes que luchan con secretas atracciones hacia personas de su mismo sexo, necesitan oír que no tienen por qué ser gay y que se puede cambiar. Necesitan el mensaje del evangelio de que Dios los ama, a pesar de sus tentaciones; de que Él ofrece perdón para todos los pecados; y que Él promete transformar el corazón de aquellos que acuden a Él.
COMO RESPONDER A LOS MITOS
Echemos un vistazo a los mitos que se están enseñando a nuestros jóvenes y cómo refutarlos con un lenguaje sencillo que ellos puedan entender. Los científicos han empleado los pasados 20 años tratando de demostrar que la homosexualidad es algo con lo que una persona nace. Eso ha fracasado. Por ejemplo, los científicos han estudiado a gemelos idénticos que compartían todos los mismos genes, pero esos experimentos demostraron que cuando un gemelo es identificado como gay, el otro no suele serlo. Obviamente, si un gen forzara a alguien a ser gay, entonces los gemelos idénticos o bien serían ambos heterosexuales o ambos gay. Otros estudios recientes también han fracasado a la hora de confirmar un "gen gay". Sencillamente, no hay vínculo genético con la homosexualidad.
Por el contrario, la ciencia sugiere que los factores medioambientales, como el trato de la familia, el abuso sexual y las experiencias de la niñez, influyen sobre qué atracciones sexuales se desarrollan a medida que la persona madura. ¡Eso es exactamente lo que los ministros cristianos que ayudan a personas a dejar la homosexualidad han estado diciendo durante años! La homosexualidad no es un rasgo innato como la raza o el género. Es algo que se desarrolla normalmente, debido a experiencias dolorosas durante la niñez. Los líderes pro-gays dicen que la homosexualidad no es diferente a la heterosexualidad, ni mejor ni peor.
Hace quince años, casi todo el mundo estaba de acuerdo en que había muchas diferencias entre la homosexualidad y la heterosexualidad. Por eso, dos hombres gay escribieron un libro titulado “After the Ball” que describía su plan de obligar a los Estados Unidos a aceptar la homosexualidad. Ellos enseñaron a los activistas gay a mentir conscientemente para persuadir al público de que los gay son víctimas de su genética y utilizar los medios de comunicación para presentar una falsa imagen de los homosexuales como personas bien ajustadas y felices. Ellos quieren llamarlo a usted gamberro, intolerante y homófono para obligarlo a estar de acuerdo con ellos en que la homosexualidad es perfectamente aceptable. Pero, ¿es eso cierto?
La verdad es que Dios diseñó el sexo para que fuera entre un hombre y una mujer dentro de un pacto de matrimonio de por vida. Dios inventó el sexo. Él diseñó la sexualidad del hombre y la mujer para que fuera una poderosa fuerza que los uniera física y espiritualmente. ¿Es la conducta homosexual diferente al sexo dentro del matrimonio? Por completo. La homosexualidad se opone al modo en que Dios nos diseñó. Las tentaciones las sentimos como algo natural; pero lo más cierto sobre nosotros es que fuimos creados por Dios, y Él sabe lo que es mejor para nosotros.
Otro mito es que a los hombres a quienes les gusta el arte en lugar de los deportes son gay o que las muchachas a quienes les gusta el deporte en lugar de las muñecas son lesbianas. Eso no es cierto. Nuestro género, como varón o hembra, es un regalo de Dios que todos expresamos de manera diferente. Nuestros intereses artísticos y deportivos no tienen nada que ver con la sexualidad, a pesar de los estereotipos. Si se siente usted diferente a sus compañeros de clase—si es usted un muchacho a quien le gusta el arte o una muchacha a quien no le gustan los vestidos—está bien. Aun si se siente confundido acerca de usted mismo, eso no significa que sea gay.
¿Es cierto que una vez que es gay, es usted siempre gay? ¡No! Esta es la verdad: cientos de miles de hombres y mujeres han dejado la homosexualidad, y ellos son solamente de los que hemos sabido en los últimos treinta años por medio del ministerio de Exodus Internacional.
Sin embargo, voy a ser sincero, el cambio no es fácil, pero es posible. Las buenas nuevas de Jesús son que Dios nos ama, nos acepta, y promete transformarnos si nosotros le permitimos entrar en nuestra vida. No es como si Dios estuviera exigiendo algo más de las personas atraídas homosexualmente que de las demás personas, pues Él quiere lo mismo: nuestro amor y obediencia. Y Él promete cambiarnos, a fin de que podamos amarlo y obedecerlo. Los cristianos pueden experimentar profundos cambios en quiénes son por medio del poder de Dios. Pablo escribió: "Si alguno está en Cristo, es una nueva creación" (2 Corintios 5:17), y esa promesa es para alguien que batalla contra la homosexualidad tanto como para alguien que batalla contra la pornografía heterosexual o cualquier otro pecado.
Muy bien, ¿está usted preparado para otro mito? ¿Le ha dicho alguna vez algún maestro o amigo que es malo decir que la homosexualidad es algo incorrecto? Eso suena a que podría ser cierto. Nadie quiere hacer sentir mal a nadie acerca de sí mismo, ¿verdad?
Pero es bueno ayudar a los amigos a evitar malas decisiones. Si su amigo le dijera que iba a saltar desde un puente a la autopista, ¿diría usted: "Oye, eso es estupendo. Haz cualquier cosa que te funcione"? Amar significa advertir a un amigo o amiga si ellos van a hacer algo que les hará daño a largo plazo y también a corto plazo. La homosexualidad es un estilo de vida que se opone al diseño de Dios.
CONCLUSION
Finalmente, no puede satisfacer nuestras necesidades relacionales, porque no fuimos diseñados para ese tipo de relación. Por eso, el hombre gay promedio tendrá cientos de parejas sexuales, según el Departamento de Salud y el Centro de Servicios Humanos para el Control de Enfermedades de los Estados Unidos. Él siempre está buscando al hombre correcto que llene su vacío, y nunca lo encontrará. Por eso, muchas mujeres lesbianas sufren abuso emocional, verbal y físico por parte de sus parejas. Las mujeres no fueron creadas para tener relaciones sexuales las unas con las otras.
Claro que usted puede decirle a alguien que la homosexualidad está mal y hacerlo con una profunda compasión y un verdadero interés por sus amigos. Quizá si les dijera amorosamente que Dios tiene algo mejor para su vida, ellos no probarían la homosexualidad en un principio. ¿Y si su valentía los salva de toda una vida de dolor y lamentos?
Cuando alguien le califica de homófono por no estar de acuerdo con él o ella, ¡eso es presión! Lo están presionando. Es intolerante cuando alguien se niega a oír su punto de vista y, en lugar de escuchar, le pone nombre. La "homofonía" se usa casi siempre como una embarazosa etiqueta para hacer callar a las personas que se niegan a ser políticamente correctas. No permita que la intolerancia por parte de personas que lo califiquen de homófono evite que comparta usted la verdad.
Un popular mito es que la tolerancia significa aprobar cualquier modo de vivir de la persona. Pero Dios no dice que todo sea igualmente bueno. Él nos ha dicho cuál es el mejor modo de vivir y cuál se opone a Él. Además, nadie puede realmente vivir con coherencia con esta filosofía. Si todo es igual, entonces trabajar como médico es igual de bueno que trabajar como traficante de drogas. Las personas no aprueban el modo de vivir de los demás; solamente aprueban diferentes estilos de vida.
Tolerancia no significa aprobar cualquier modo de vivir de la persona. Realmente, significa estar en desacuerdo con respeto. Usted puede ser tolerante con alguien mientras que, a la vez, se mantiene firme en lo que usted cree. Tolerancia no significa que no pueda usted estar en desacuerdo con los demás. Jesús pudo proteger a los débiles de quienes los intimidaban y a su vez hablar contra el pecado. Yo creo que es así como Él quiere que usted trate a sus compañeros de clase. No tenga temor de la verdad de la Escritura. Hable sobre la homosexualidad con sus compañeros de clase, pero sea respetuoso.
Cuando comparta la verdad sobre la homosexualidad, asegúrese de darles tiempo y espacio a los jóvenes para hacer preguntas. Hemos descubierto que ellos quieren hacer preguntas sobre sus compañeros de clase gay y sobre cómo pensar acerca de los temas sexuales. El problema es que como padres, líderes y mentores nos sentimos, con mucha frecuencia, muy incómodos al hablar de este tema. Necesitamos sobreponernos a nuestros propios temores e incomodidad y confiar en Dios para que guíe nuestras palabras, a medida que hablamos con niños y adolescentes sobre temas como este al respecto.