En la madre se junta cuanto existe de puro
en la tierra, en el cielo, en el aire, en el mar,
todo lo que ella toca se torna menos duro,
su arrullo es como el roce de la brisa al pasar
No hay aroma de flor, no hay brisa de pinar,
no hay pedazo de cielo, no hay sonrisa de niño,
no hay rocío nocturno, no hay caricia lunar,
que tenga la dulzura de su beso de armiño.
No hay amor comparable con el amor materno,
es como si la Virgen su corazón eterno
lo uniera al de la madre, fundiéndose en los dos;
Pero si un padre quiere con todos sus fervores,
en un solo cariño se funden dos amores;
el que nace del hombre y el que brota de Dios.
Joaquín Balaguer
Libro: Cruces Iluminadas
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